¡Al-lah! No hay nada ni nadie con derecho a ser adorado excepto Él, el Viviente (que nunca muere), el Sustentador de toda la creación. Ni la somnolencia ni el sueño se apoderan de Él. Suyo es cuanto hay en los cielos y la tierra. Nadie puede interceder ante Él a menos que sea con Su consentimiento. Conoce todo lo que sucede (a Sus criaturas) en esta vida y lo que les sucederá en la otra. Nadie abarca nada de Su conocimiento que no sea lo que Él quiere. El escabel de Su Trono se extiende sobre los cielos y la tierra, y no se fatiga en la preservación de ambos. Y Él es el Excelso, el Sublime [1].
AL BAQARAH (255)
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